Comunidad "Razón y Ateísmo"
viernes, 5 de diciembre de 2014
Mariana Pineda: Libertad, igualdad y ley frente al absolutismo ultra-católico.
Toda cultura cuenta con grandes pensadores y héroes olvidados. Personajes de los que nadie se acuerda, y que dedicaron su vida a la investigación, la ciencia o la defensa de las corrientes de pensamiento favorables a la evolución y el progreso social. Con este artículo, pretendemos rescatar la labor de Mariana Pineda, una referente del pensamiento constitucional del siglo XIX, víctima de la barbarie absolutista llevada a cabo durante el reinado de Fernando VII (1814-1833).
Defensora a ultranza de la razón y del pensamiento liberal heredado de la Revolución Francesa (1789-1799), se opondría desde 1814, y especialmente desde 1823, a los principios de la monarquía absoluta, entre los que se incluían la creencia ciega en el dogma religioso, el ultra-conservadurismo político y la represión inquisitorial.
El ideal de Pineda (procedente de la Constitución de 1812), fundamentado en el principio de un derecho civil enmarcado en la noción de libertad e igualdad ciudadana, supondría la más seria de las amenazas políticas para el sostenimiento de un régimen dictatorial, legitimado en el terror y la irracionalidad.
Partícipe de numerosas iniciativas anti-absolutistas, entre las que destaca su involucración en un complot de 1826, se puede afirmar que esta hija de un comandante liberal (Mariano Pineda), encarnó en su figura el símbolo de lucha en nombre de la libertad y la razón. Especialmente, fue tomada como un referente por buena parte de la intelectualidad progresista de la época tras su humillante ejecución, llevada a cabo tras un grotesco juicio en el que se le acusaba de guardar la bandera recreada en la siguiente imagen:
"Libertad, Igualdad, Ley". Fueron las tres palabras que le costaron la vida a Mariana Pineda en el año 1831. Una mujer víctima de la imposición y la represión política, pero defensora hasta la muerte de la libertad y la evolución social.
Junto a ella, otras miles de personas serían duramente ajusticiadas por parte de la Inquisición fernandina, que en pleno siglo XIX controlaba policialmente la devoción religiosa del pueblo español. Una España arruinada (tanto en la materia económica como en la intelectual), y que se desangraba bajo la opresión de un régimen hermético.
Aunque eclipsado por el franquismo, la dictadura de Fernando VII protagonizó uno de los episodios más trágicos de la historia española, siendo a su vez uno de los ejemplos más esclarecedores de la confrontación fuerza animal-fuerza racional (tema que se tratará en artículos posteriores). Se trató de una monarquía empeñada en conservar la herencia de lo primitivo, de lo originado animalmente y legitimado en base a la fuerza bruta. Un reinado dominado por una oligarquía arcaica y brutalmente represora contra toda forma de evolución y progreso, únicamente comprendidos con el uso de la razón. En definitiva, el impulso animal reprimiendo a su propia ansia de evolución racional.
Por suerte, siempre quedará el legado e influencia de personas que, como Mariana Pineda, supieron adelantarse a su época y comprender la magnitud de la fuerza del progreso y el cambio social.
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