Comunidad "Razón y Ateísmo"
miércoles, 24 de diciembre de 2014
Las dos contradicciones de la Iglesia católica
Afortunadamente, en las últimas décadas hemos podido contemplar una progresiva pérdida de influencia social y gubernamental de la Iglesia católica. Un poder menguante y condenado a la desaparición por el inevitable desarrollo intelectual de las diferentes comunidades europeas y latinoamericanas.
Evidentemente, no bastaría un artículo (ni un libro, ni diez volúmenes) para describir y detallar las contradicciones ideológicas que impregnan a la doctrina que promueve, y por eso, nos centraremos únicamente en dos paradojas fundamentales de la Iglesia católica a nivel institucional: su ansia por entrometerse en el sector público y su constante afán de lucro.
1) Su ansia por entrometerse en el sector público: cabe resaltar que, siguiendo un criterio propio, toda persona que convive en sociedad es poseedor de una dualidad identitaria: una faceta como persona y otra faceta como ciudadano/a. Es decir, en otros términos, el individuo que habita una comunidad se compone por un binomio en el que se diferencia un ámbito público (de condición ciudadana) y un ámbito privado (de condición personal). Siguiendo un criterio de ordenación lógica, ambas facetas no deben de entremezclarse, produciéndose en tal caso tendencias y actitudes totalitarias.
La religión en su origen responde a un conjunto de inquietudes existenciales únicamente propias del ámbito privado de la persona, al igual que lo es el amor, el miedo o la preferencia sexual. Por tanto, es de esperar que toda organización destinada a servir al lado personal del individuo no reciba (ni aspire a recibir) ningún tipo de interferencia por parte de instituciones del sector público. ¿Resultaría acaso coherente que el Estado (máxima encarnación de la condición ciudadana de la persona) fomentase el gusto por el chocolate, o el miedo a las películas de terror?
Sin embargo, y aquí reside la primera contradicción institucional, la Iglesia católica (teóricamente encargada de promover unos valores personales) pretende controlar también el ámbito público del individuo, lo que la convierte en una organización totalitaria y peligrosa de cara al mantenimiento de la libertad e igualdad que el Estado debe de custodiar.
2) Su constante afán de lucro: tanto a nivel institucional como ideológico, la Iglesia promueve un modelo alejado de los bienes materiales y centrado en una dimensión espiritual y extraterrenal. No obstante, estas pretensiones resultan paradójicas si se tiene en cuenta la elevada financiación eclesiástica, el desorbitado costo de su patrimonio histórico y su afán de enriquecerse no solo a partir de las donaciones de sus seguidores, sino también a costa de subvenciones públicas. Ya lo decía Napoleón en su momento: "Estoy rodeado de sacerdotes que repiten incesantemente que su reino no es de este mundo, y sin embargo echan mano de cualquier cosa que puedan obtener".
-Javier Sabín.
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